Toda la vida esperando a que mis padres se vayan de casa durante un fin de semana y ahora me voy a pasar casi un mes entero con dos casas para mi solo. Quién me lo iba a decir... Ese es el sueno de todo chaval, quedarse solo en el piso, sin el control paternal y campando a tus anchas. Pero ahora, ¿de qué me sirve?.
Era el momento idoneo para traer a los colegas y organizar una buena fiesta o intentar quedar con alguna chica, con escaso éxito, todo hay que decirlo. En mi caso, para conseguir verme en esa situación, he llegado a recurrir al viejo truco de regalar por los cumpleaños algún fin de semana en la típica casa rural, pero ni por esas...
Además, las pocas veces que cosechaba algún éxito me tocaba quedarme con mi hermano pequeño. El panorama, por lo que veis, no mejoraba en absoluto. Y ahora me encuentro con ésto: Un mes por delante, dos pisos vacios y con demasiadas fiestas aún recientes (con sus correspondientes jornadas de limpieza).
Tantos años creando expectativas, tantas películas generando falsas ilusiones y ahora llega demasiado tarde. Ya no le veo ventajas. Para mí que el truco lo están aplicando mis padres porque van a ser tres semanas de formación, para ir acostumbrándome a lo que me espera: cocinar, fregar, limpiar... ¡Ala, por listo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario