sábado, 12 de junio de 2010

Estreno del blog



Uno de los últimos estudios europeos al respecto situaba en los 29,3 años de media la edad en la que los jóvenes españoles se independizaban. Cinco años más tarde que los franceses o los alemanes, entre otros, y en la misma liguilla que los italianos o polacos.

Hay quienes se adelantan a la fuerza, estudiando fuera de sus ciudades; los masocas que no valoran lo bien que se vive en casa de los padres con el cesto mágico donde la ropa entra sucia y sale impecable; o los temerarios, a la par que imprudentes, que se lanzan a la aventura por puro gusto. Las circunstancias me obligan a experimentar solo (no hablamos del onanismo, sino de independizarse).

De aquí saldrá el ' Estudio de la Emancipación', donde ejerceré de marioneta, a merced de los imprevistos propios de quien parte de cero. Afincado en la política del tupper de la abuela y del 'ocultamiento' de polvo bajo la alfombra, digno candidato de asumir el lema del joven independiente “lo mismo te frío una camisa que te plancho un huevo”, trataré de dar rienda suelta a mis limitadas capacidades para convertirme en una persona autónoma (pero sin prisas...).

A estas abundantes deficiencias se le une la suerte, o la desgracia, de tener amistades muy dispares: Quienes ya pasaron por este trámite y quienes no se mueve de casa ni con espátula, bien porque son muy jóvenes, porque no tienen un duro o porque son muy comodones.

En cualquier caso, lo gracioso de este proyecto chorra no es sólo hacer un seguimiento de mis pésimas capacidades o de las futuras fiestas que tendrán lugar entre esas paredes, sino compartir los consejos de los veteranos (inconscientes en su mayoría y en ningún caso sobradamente preparados) y los comentarios de quienes se reirán y a escondidas tomarán notas.

Que nadie espere nada serio y estáis avisados de que antes o después seréis víctimas de este ridículo blog.

http://www.youtube.com/watch?v=JjMKFb5Q-oI

2 comentarios:

Unknown dijo...

Yo me incluyo entre los que no tenemos un duro y, aunque no esté nada incómoda en casa, reconozco que me gustaría irme cuando tuviera la posibilidad económica para hacerlo. Son muchas las responsabilidades a asumir, pero ¿y la parte buena? No tener máximo cuidado al llegar a casa a las tantas, renunciar a la obligación de rendir cuentas a alguien... en resumen, vivir bajo las normas de convivencia del propietario/a. Creo que merece la pena. Todos lo hacemos algún día. ¡Mucha suerte con esa nueva vida!

Unknown dijo...

Yo soy de los "temerarios, a la par que imprudentes, que se lanzan a la aventura por puro gusto". Ya me he independizado ya tres veces. Es un vicio. Y en dos semanas vuelvo a instalarme en casa de mis padres otra vez.