lunes, 6 de septiembre de 2010

Reflexiones del día a día: El polvo y el moho


... de cómo el polvo surge de la nada y el moho se come mi comida

Según transcurre mi independencia 'light' voy analizando algunas de las situaciones que logran sorprenderme o que me llevan a cuestionar ciertas cosas, por muy estúpidas que puedan parecer. Hoy me centro en dos preguntas: ¿qué es lo que hace al polvo para estar siempre presente y que, sin ensuciar nada, haya que limpiarlo cada dos por tres? y ¿por qué el moho se me adelanta y se come la comida antes que yo?.

Por un lado, no logro entender cómo todos los muebles negros tienden ligeramente al gris en cuestión de tres o cuatro días sin que yo haya tocado nada y teniendo en cuenta que la casa ha estado completamente cerrada. A mi, por obvio que parezca, es algo que me resulta, en cierto modo, mágico, porque a mi las cosas no me aparecen así como así, y menos las que necesito. La de luchas que hemos librado a lo largo de la vida por algún que otro polvo y, ahora que parece solventado, nos encontramos con esto…

Tengo que decir, además, que con la compra de la vivienda me vino un regalo en forma de alergia. Con la mudanza me di cuenta por primera vez que soy alérgico al polvo, algo que coincidió, además, con un viaje a Marruecos en pleno verano que agravó la situación. Nada importante, pero un detalle a tener en cuenta.

Siempre me ha parecido ridícula la situación en la que, tras la vuelta de vacaciones, mis padres dedicaban una mañana entera para limpiar la casa. “Si nadie a entrado y nadie ha salido, ¿se puede saber qué coño limpian?”, de verdad pensaba que lo hacían por gusto, por mono o por deformación profesional, llámalo como quieras. Ahora resulta que entraba dentro de la lógica que, aun pareciéndome ilógica, se impone.

Por otro lado está mi otra batalla perdida en mis apenas dos meses de (insisto como en el inicio) semi-indendencia. ¿Cómo es posible que se me ponga mala toda la comida?. Es cierto que aún necesito unas nociones básicas sobre almacenamiento de productos alimenticios, tanto en frío como en temperatura ambiente, pero hay cosas que, de entrada, no entiendo.

Apenas he comprado comida, lo justo como para ir recibiendo a los primeros invitados sin que se mueran de hambre y ahora que sabes lo que valen las cosas, ¡da mucha pena tirarlas!. Por lo tanto, te afanas en guardarlo en tuppers y aprovecharlo en la próxima visita, un desayuno de fin de semana o una merienda. Sin embargo, entre un acontecimiento y otro a veces puede pasar una semana.

En ese tiempo, ya hay algo que se me ha adelantado, el moho. Entonces me pregunto… Por qué no venderán empanadas más pequeñas, o paquetes de diez lonchas de chorizo en lugar de treinta. Quizás la clave sea congelar, ¿comer lo mismo durante tres días?. No tengo ni idea.


Espero vuestras enseñanzas. No soy un joven desnutrido, pero necesito ser más rápido que mi enemigo el hongo. Lo del polvo lo puedo sobrellevar, no creo que tenga solución y aun siendo un cabezota, tendré que resignarme.

2 comentarios:

NinesGM dijo...

Jajaja yo llevo 4 años de independencia y lo del polvo lo asumes pero lo de la comida sigue pasandome de vez en cuando, tu congela todo lo que puedas si no quieres hacer una compra y tirarla al poco enterita a la basura, estoy contigo en xq no venden los productos con menos cantidades ;)
Saludos y suerte ;)

Santi dijo...

congelador manda, compras pequeñas, y repetir comida dos veces por semana.
Mi último error de este tipo ha sido comprar el bote de maíz dulce de tamaño familiar, ya que es algo que hecho casi a diario a la ensalada y se nota mucho en el precio...
claro, a la semana abierto, y mira que lo tapé bien no como otras veces que me limito a dejar las cosas en la nevera sin más, aquello sabía a rayos.

Del polvo ni hablo, no lo he limpiado como tal ni una puta vez en 4 meses. Mis muebles son claros.