Puesto que los espacios en las casas son cada vez más pequeños, se hace casi imprescindible tener un trastero donde poder almacenar comida, libros o aquellos aparatos a los que apenas damos uso. Al fin y al cabo, en el piso hay que tener lo imprescindible y el resto habrá que bajarlo...
Por eso, ya estoy empezando a habilitar este espacio. Compré el otro día unas estanterías metálicas bastante baratas en el Carrefour (en oferta salían por unos 12 o 14 euros cada una). No son nada del otro mundo, pero te hacen un apaño a la hora de organizar las cosas.
No voy a negar lo evidente, siempre da un poco de pereza tener que bajar al trastero para coger cualquier cosa, pero no queda otra. Como se puede ver, ayer quedó montado. Ya que no tengo clase, con esto de la Semana Santa, he sacado un rato para dejarlo preparado con la ayuda de mi padre.
Mientras tanto, mi abuela cosía las cortinas de la habitación para que no estuvieran arrastrando. En los últimos años mi abuela habrá cosido kilómetros de tela (incluidas decenas de banderas y pancartas que yo después llevaba al baloncesto) y ahora se convertirá en mi suministradora oficial de tuppers.
Parece que tengo a toda la familia explotada y aunque en parte es así, lo hacen con gusto. A mí me toca agradecerlo y celebrar que me haya tocado el piso en Alcobendas, con mis tios, padres y abuelos en un radio que no supera los cinco minutos en coche.
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