Otro amigo, con más años de emancipación a su espalda (muy bien llevados, para que no se me cabree), se anima a colaborar con el blog. Una serie especialmente interesante ya que nos trae su experiencia desde Brasil y animará el blog con curiosidades, un poco de cultura y, seguro, mucho cachondeo. Por el momento, la primera entrega a modo de presentación.
Me pide mi amigo Sergio que colabore en su recién estrenado blog de su recién estrenada emancipación... “Uffffff!, si yo me emancipé hace muuuuuuchos años!!!”, “Ufffff!!!! Si ni siquiera vivo en España!!!!!.
Pues mira tú por donde, esa razón va a ser la espina dorsal de mis colaboraciones. Como muchos sabreis, vivo en Brasil desde hace casi dos años y voy a intentar mostraros como es el asunto de la vivienda en este país maravilloso y lleno de contradicciones sociales, culturales y económicas.
Para que entendais lo que escribiré en las próximas semanas, lo primero que teneis que hacer es olvidaros del concepto “TAMAÑO”... aqui todo es a lo bestia, enorme, descomunal (por distancias –Brasil es el tercer país más grande del planeta- por población –aquí viven más de doscientos millones de personas- y por diferencia social –hay cinco “clases sociales”, denominadas de la A a la D, según el grosor de su cuenta corriente).
Bien. Lo que nosotros entendemos por “clase media bien acomodada” aquí es la clase B (y es la que menos miembros tiene) por lo que el concepto de casa de tres habitaciones y 120 metros cuadrados no es el más desarrollado. Aqui el estracto social más numeroso es la clase C y la E (llamadas emergente... su renta no supera –en ningún caso- los 1000 euros al mes... os podreis imaginar las casas que tienen).
Y luego están los extremos (las clases A y D) La A es ostentosa, archimillonaria y vive en auténticos palacios (sólo representa el 5% del total de la población... pero se hacen notar). El problema es la clase D. Son muchos... Muchísimos. Y viven en las favelas (por cierto, cuando hable de las favelas os contaré porque se llaman así... que seguro que muy poca gente lo sabe).
Bueno. Después de esta pequeña ubicación social, creo que también es importante contaros como el brasileño tiene en su cabeza el concepto de “Hogar, dulce hogar”. Brasil es un país eminentemente rural, la mayoría de su población se decica al sector primario (no me extraña, por otro lado) aunque sólo en São Paulo vivan 23.000.000 de personas. Con esto quiero decir que el concepto de ciudad con edificios altos se da, casi exclusivamente, en las tres o cuatro grandes ciudades (São Paulo, Rio de Janeiro, Porto Alegre y quizá Brasilia) en el resto (tanto capitales de estado como municipios grandes –de más de 1.000.000 de personas- el concepto de vivienda tiende más a unifamiliar que a apartamento).
Y es que al brasileño le gusta tener “su propia casa independiente”. Eso implica o vivir en una favela (si no tienes dinero) o vivir en una “casa da rua” –casa de calle- o vivir en un chalet en lo que ellos llaman “Condominio” (que no es otra cosa que una urbanización cerrada donde cada uno se construye el chalet según gustos y dinero) Estas casas tienen dos lugares fundamentales, que son la sala de televisión y la churrasquera (una brabacoa, para que nos entendamos) y es indiferente el nivel social... TODAS tienen estas dos habitaciones.
En los próximos capítulos tambien os contaré (en un tono un poco más cachondo y menos formal) las ENORMES diferencias de infraestructuras domésticas que hay entre las casas españolas y las de aquí (algunas son especialmente significativas) pero creo que para esta introducción el cachondeo no vale.
En fin, que espero que este invento por lo menos os ayude a entender mejor este país y, desde luego, satisfaga el pedido de mi amigo Sergio. La semana que viene, os hablaré de la inexistencia de la especulación, de lo que le puede ocurrir a un tipo que lo intente y de los precios de las viviendas.
Como dicen por aquí, “tudo de bom pra vocês. Abrazos”.
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