Una de las secciones más controvertidas del blog vuelve a la carga. Nadie queda indiferente después de leer sus extravagantes reflexiones y eso, por parte del responsable, tiene cierto mérito. Dentro de esta parodia, con sus verdades, medio-mentiras y exageraciones, es imposible no soltar alguna carcajada. Por otro lado, entra el debate y las consideraciones que se puedan hacer. Aquí cada uno es libre de hacer que le piten los oidos a quien quiera. Que echéis un buen rato en el blog...
SOBREVIVIENDO GRACIAS A INTERNET, por Vedia
Los bits nunca te decepcionan. Son lo que son. El mejor amigo del hombre es el jodido sistema binario.
Tú llegas a casa cansado del trabajo o de la universidad, irascible hasta decir basta, y en lugar de tener que lidiar con una novia obsesiva o llena de complejos, con unos padres controladores y maniáticos de la limpieza, te encuentras con tu querido ordenador.
Que digo ordenador, tu completo sistema de computadores integrados en red integralmente que convergen en un paraíso audiovisual lleno de terabytes de placer, películas, series, música… todo ello a la carta, a gusto del consumidor.
Puedes consumirlo en la pequeña pantalla del iPhone, en la comodidad del iPad tumbado en la cama, desde tus 27 pulgadas de sobremesa de última generación, o en el fabuloso plasma de 50 pulgadas del salón.
Tampoco hay que olvidar nuestra necesaria dosis de endorfinas. No voy ahora a descubrirles, queridos lectores, aquella máxima de "The Internet is for Porn". Sí amigos, en la red también existe (muy escondida y de difícil acceso) esa medicina visual que nos ayuda a liberarnos de toxinas, a prevenir el cáncer de colon, y nos da gustito en nuestras cositas de ahí abajo. Y sin necesidad de abrazar a otro subhumano una vez terminemos, ni darle conversación, ni nada. Una breve (en mi caso brevísima) visita al dios Onán, y a la cama, relajado y libre de todo pecado.
La obtención de comida puede parecer a priori un impedimento en nuestra firme decisión de mantener una vida lo más asocial posible. Nada más lejos de la realidad. Tenemos servicios espectaculares, eficientes, baratos y rápidos para llenarnos el buche (o el gaznate) y colmar nuestras necesidades más básicas. Sitios web como Capraboacasa.com o Carrefouronline.es te permiten seleccionar todos los productos habituales que encontrarías en esa gran superficie, pero sin que la dañina luz solar castigue tu lechosa piel.
En estas webs el servicio es impecable, la entrega a domicilio es muy rápida siempre y cuando vivas en la capital del Reino, y su catálogo incluye las tan codiciadas marcas blancas, la panacea del joven independiente y escaso de presupuesto. Otro escollo salvado en nuestra determinación vital de ser un perfecto eremita misántropo tecnosexual.
Si eres estudiante, haz lo imposible por matricularte en la UNED y sacarte la carrera sin moverte del sofá y con los mismos calzoncillos durante un mes y medio.
Si eres trabajador, convence a tu jefe que desde casa serás más productivo y generarás menos conflicto en la oficina. Para ello, confirma antes que eres alguien imprescindible en tu empresa, que tienes contrato indefinido, y luego comienza a hacer la vida imposible a tus compañeros y superiores. En menos de quince días estarán encantados de perderte de vista.
Como conclusión, amigos, me gustaría alentaros a que no tengáis miedo, a que experimentéis con esto. Podríais estar a las puertas de la auténtica felicidad, descubrir un nuevo modo de vida distinto al impuesto por el statu quo capitalista del consumismo voraz y distinto también al discurso puritano moralista de los biempensantes y religiosos en general.
Yo he tenido la enorme suerte de estar cinco meses y diecisiete días siguiendo esta filosofía de vida, perfeccionada, sin fisuras de ningún tipo, sin carencias, sin odio ni tristezas…todo ello sin consumir ni porros ni drogaína ni nada, lo que le añade más valor si cabe.
P.D.De las vaginas en lata (también conocidas como fleshlight) y su óptimo uso diario ya hablaremos otro día. Que os jodan.
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1 comentario:
Un genio el Hikimori este. Me he llegado a sentir plenamente identificado e incluso deseoso de explorar los límites de su aislamiento, cotas que todavía no he alcanzado, pero que no me importaría llegar a coronar.
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