martes, 16 de noviembre de 2010
INAUGURACIÓN EN PIJAMA, en la casa de Antonio y Pia
INAUGURANDO EN PIJAMA
Pia y Antonio inauguraban oficialmente su piso con una fiesta de pijamas y tuvieron la deferencia de invitar a gentuza como Iñaki, el Punki, Luiski, Dani o yo mismo (no tan gentuza en este caso), así como a algunas de las chicas que estuvieron en el evento de Almonacid 2010 (VER AQUÍ) justo la semana pasada.
La casa es una pasada. Unos 800 euros de alquiler que bien merecen la pena, con un una cocina grande, un salón enorme con dos ambientes en el que destaca el pedazo de proyector de Antonio, dos estudios, habitación y baño (tras el salón, el lugar más concurrido de la casa, al menos ese día). ¿La pega?, que no nos fue muy fácil llegar. Un problema que la casa comparte con nuestra torpeza y con la estructura del barrio de Hortaleza, donde todas las calles tienen el mismo nombre.
Muchos pijamas tampoco había. Hay que reconocerlo... Unos decía que iban con ropa de calle porque así es como duermen cuando llegan de fiesta; otras optaron por un disfraz de superwoman con calzones incluidos; alguno recurrió al pudor para asegurar que no podían ir como dormían porque era demasiado atrevido; y yo me decanté por el chandal y las zapatillas de andar por casa, un 'look' casual a la par que elegante.
Una minoría siguió las reglas, entre ellos los anfitriones, pero la gente entendió pronto que ese no era el cometido de tan insigne evento. Tras un día duro, que nos llevó de la manifestación a favor del pueblo saharaui (a las 12 de la mañana) a Ferraz y de ahí a los bares de Arguelles, estabamos bastante cansados. Hubo momentos críticos pero teníamos bastante alcohol y logramos sacarlo adelante.
Ese fue el momento en el que la fiesta tomó dos caminos:
LA REALIDAD: Este fue mi itinerario. Calimocho fresquito y luchas por conquistar uno de los sofás. Nuestra posición era como el palco de los estadios, todo pasaba ante nuestros ojos sin necesidad de interactuar con lo que estaba más allá de los mullidos cojines. La fiesta trancurría dentro de los cauces normales pero de repente (desconozco el motivo) se organizó una guerra de bailes ante nuestros ojos. El salón se convirtió en una sala de discoteca con dos equipos de mujeres retándose mediante movimientos descordinados.
En mi situación de cierta sobriedad no se puede entender como no llegó de repente la policía o algún vecino con cara de pocos amigos. Resulta que además del pedazo de piso que tienen, a Pia y Antonio les ha tocado una situación privilegiada en el edificio (sin vecino abajo y con unos viejos con sonotone arriba). A las cinco ya estaba en condiciones de conducir, recogo a los que andaban en el otro mundo (relatado a continuación) y volvemos a nuestros respectivos hogares.
EL MUNDO DE LAS DROGAS: "Me han echado droga en el porro", de esta forma concluían su surrealista noche el resto de integrantes de 'El sofá'. Ellos aseguran que "la noche no estuvo mal, aunque la gente se tirase toda la noche jugando al scrable", tal y como ellos pudieron observar "desde dentro del armario". ¡Vaya tela!, pero la cosa no quedó ahí, resulta que la dorga que había en la casa se guardaba dentro del gato. No tenían motivos para no creer al dueño y, por eso, explican que tenián que chupar al gato. Lo único malo es que era más rápido que ellos, pero la simple idea ya les hacía gracia.
Los ciudadanos de este curioso mundo finalmente han reconocido que todo era invención de sus cabezas. "Todo lo que quería, sucedía", dice uno: "Palomitas, calimocho...". "También había un pene rojo que temblaba" (eso no se si lo querían, pero también pasó en el otro itinerario).
La vuelta a casa tampoco tuvo desperdicio. El coche del Punki sólo arranca cuando su dueño está en el asiento de piloto y en esos momentos era el lugar menos apropiado para él. Eso provocó situaciones cómicas que acaban por confirmar que en un mundo u otro, las noches siempre nos acaban confundiendo...
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