viernes, 26 de noviembre de 2010

Reflexiones: Con bichos en casa


BICHOS EN CASA

Hay mucha gente que tiene apego a los animales y se empeñan en compartir casa con ellos (y no estamos hablando del matrimonio ni nada parecido). Nos referimos a ese acto de masoquismo que lleva a muchos a meter a un perro, gato, conejo... en casa. Mucho amor tienen que darles para aceptar este sacrificio que implica sacar a pasearlo, al menos dos veces al día, sobre todo con el frío que está haciendo estos días; para recoger sus cacas o limpiar el pelo que dejan en el sofá; o para destinar parte del sueldo no ya para comida sino para vestidos ridículos o cosas por el estilo.

Lo respeto, pero no lo comparto. Demasiado sacrificio como para merecer la pena. Llegan las vacaciones y ya nos encontramos con otro problema, dependemos de los bichos para tomar nuestras decisiones y a ver a quién le encasquetas el marrón cuando quieras tomarte unos días de relax. Eso no quiere decir que no me gusten los animales, mi abuelo tiene un pastor alemán precioso, pero está bien donde está. Además, dicen que los dueños se acaban pareciendo a sus mascotas y a mi me gustan los perros arrugaos.


Sin embargo, tengo una debilidad por las peceras-acuarios, quizás porque no soy consciente de lo que supone o del cuidado que necesitan. Me puedo tirar horas viendo a peces raros de colores dando vueltas por su pequeño mundo prefabricado que a la vez decora tu salón o habitación. Se que no es el argumento más ecologista, en cualquier caso, a mi me vale.

Y por si los peces no os hacen mucha gracia, ayer, en una tienda de iluminación, me econtré con esto:



No me digáis que no es una pasada. Ya me lo imaginaba entre mi habitación y la sala de estudio o entre ésta y el salón. Incluso entré el la página web para informarme, pero no ponen precios por ningún sitio. Eso siempre es una mala señal: "No está a tu alcance, llama al teléfono que te ponemos el la página web si quieres que te dejemos en ridículo" (aunque ellos pongan que la llamada es para que te informen de las condiciones).

Siempre se pueden tener algunos sueños. Cuando me toque la lotería, tiraré un muro de la casa (muchos ya lo llevan tiempo reclamando para agrandar el salón de las fiestas) y plantaré en medio una pecera que se 'autolimpie' y 'autoalimente' de exageradas dimensiones.


PD: De entre los bichos no deseables excluyo al gato-droga de Pia por todas las risas que nos suministró.

1 comentario:

Unknown dijo...

La pecera-lámpara esa también la he visto yo y te pueddes tirar horas delante...