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COMENTARIO DE NANDÍN (http://nandinescribe.blogspot.com/). Ñam ñam ñam ñam Carroña:
Hace dos veranos, mi yo corporativo realizaba unas prácticas en una sucursal bancaria de la capital. He de decir que aprendí mucho, entre otras cosas cuán inútiles pueden llegar a ser empleados que cobran algo que no puedo imaginar ni en mis mejores sueños (sí, si eres bueno llegarás a obtener una buena remuneración; pero si eres un paquete, siempre te queda ser como el alter ego masculino o femenino borracho, torpe y despreocupado de Homer J. Simpson y esperar a que el azar se apiade de tu ineptitud) o cuán aburrida es la banca personal. En uno de esos días soporíferos, una joven desesperada nos consultaba sobre cómo acceder a los pisos embargados por los bancos, suplicando al menos por una simple referencia. Acorde a la falta de conocimientos de mis compis y mía, nos conformamos con soltarle el típico “buf, entrar ahí es muy difícil, son subastas cerradas al público en general”. Ella se fue consciente de nuestra ignorancia y nosotros quedamos tranquilos e impunes a los ojos de nuestra propia consciencia. Pero a la larga dejó poso.
Esta noticia en la parte superior de la entrada levanta mi ánimo de lucro descerebrado. Yo, “condenado” a vivir en familia y bajo el mismo techo, veo eso que llaman los especialistas una oportunidad de mercado. Mi plan es el siguiente: irme a vivir a un piso alquilado de un barrio bajo de Madrid, estudiar obsesivamente al resto de inquilinos y elegir la víctima. Mi estancia en el banco desarrolló en mí una capacidad de análisis físico de los morosos bastante estúpida pero infalible. Varón, mestizo o en su defecto moreno de obra, manos anchas y cuarteadas, cabizbajo y portador de unos pantalones desaliñados e incluso con restos de argamasa, pintura u hormigón. ¡¡Ni siquiera tiene unos pantalones de repuesto!! Es perfecto y tiene una hipoteca financiada al 100%, me juego lo que quieras. Quedarme accidentalmente atrapado en el ascensor durante horas y denunciar su invalidez, cortar la línea telefónica, desconchar paredes… Lo que sea con tal de hundir a mi querido ente de estudio con diversas derramas verdaderamente inoportunas.
Y cuando esté más débil que nunca, cuando se debata entre el desahucio y los tribunales… zas! Al cuello que voy. Pisito con un 40% de rebaja.
Somos Homo Economicus del siglo XXI, no sólo atendemos a nuestras preferencias y oportunidades, si podemos machacar un poquito al de al lado, somos más felices que antes. O acaso no os descojonáis cuando se le cala el coche al pobretón de al lado y tenéis vía libre, o ese puntito de regocijo en los suspensos ajenos. Y si no decidme qué es mejor: ser el único aprobado en una clase de 90 o ser uno más entre el aprobado general. El hombre es un lobo para el hombre, Homo homini lupus. En momentos como el actual, donde y cuando existen personas que han tenido que dejar nuestro país y dar las llaves de su casa al banco porque su letra les estaba comiendo la paz interior, se abre una puerta al demonio de la Economía, al germen desestabilizador del capitalismo. El inversor potente, que por definición no debe tener escrúpulos, se aprovecha de gentes y banca a partes iguales. Donde cualquiera ve una triste estampa ellos ensangrientan sus globos oculares inconscientemente y se lanzan sin reparo a ser vistos.
La especulación es el secreto peor guardado de cada país, esta ahí, todo el mundo la repudia de puertas hacia fuera pero nadie puede contenerse a saborearla. Por el simple hecho de ser vil me estoy enriqueciendo. Compro aquí, vendo allá y me forro, no puede haber algo tan fácil que dé tantos frutos. Es el culmen de las crisis financieras mundiales, tenemos reciente el estallido de la burbuja inmobiliaria y cuando aún estamos recuperándonos de la ensordecedora explosión, ya estamos insuflando aire a la siguiente. Ser lobo antes que la manada te obligue a ser oveja. ¿Pero qué hay de ellas?
Tened por seguro que los que asisten a esas putrefactas subastas, donde el olor a Channel nº5 se avinagra por las vísceras sepultadas, donde las voces respetuosas son lo que gruñidos de aves carroñeras, allí no estamos los de a pie. Están esos que compran veinte pisos en el corazón de la ciudad y los alquilan a “precio de mercado”. Que os jodan a todos. Y al nuevo especulador, al foráneo que se aprovecha de los contratiempos lejos de sus fronteras para enriquecerse bajo la bandera de la pluralidad y la apertura de fronteras de la UE; a ese, no le demos la bienvenida por favor.
No levantemos el país sobre cimientos de plastilina una vez más. Lleven esos pisos rebajados al mercado para que la oferta sea mayor y los precios se sitúen lo más cercano a su correspondiente valor. Porque sólo un estúpido confunde valor con precio, y no somos tan estúpidos. No nos cambien las reglas de juego ni hagan trampas, por favor. Que alguien lleve a la cárcel al especulador, porque se lleva más almas por delante que el psicópata o el narcotraficante.
Soy beligerante en este aspecto y menos de lo que deberían ser nuestros políticos por el simple hecho de observar la realidad de cada día, lo que tenemos frente a nosotros y no somos capaces de ver. No me afecta haber conocido aquel verano a un inmigrante enfermo de lupus que dejaba sus llaves en el banco para pasar todo el tiempo posible con su familia en Venezuela. No soy hipócrita en ese aspecto, no quiero abusar de la demagogia porque he estado a punto de borrar este párrafo. No uso la experiencia personal para justificar lo que pienso. Creo en el sistema actual porque no existe ni puede existir otro, pero también creo en censurar la especulación y llevarla el primer puesto de las preocupaciones sociales. Elevarla al podium de los peores delitos porque es el más efectivo de cuántos Pandora inyectó en la época moderna.
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